En Europa estamos acostumbrados a ver ostentosos jardines en Palacios y emplazamientos relacionados con el mundo del arte como Museos, pues la arquitectura que aquí predomina no permite que todas las casas tengan un jardín privado. Pese a que este hecho se repite en las zonas más urbanizadas de Japón como Tôkyô, allí la naturaleza está visiblemente más integrada en el entorno; ya sea por sus inmensos parques o por la integración de jardines interiores en sus hogares.
as tres religiones tradicionalmente más extendidas en Japón, Sintoísmo-Budismo zen- Confucianismo, favorecen la fusión del hombre con la naturaleza. El jardín es una extensión de ella que define, embellece y protege el hogar. Un ejemplo de dicha unión entre hogar-jardín son los engawa (縁側), se trata de los espacios intermedios entre estancia y estancia que a menudo se realizan por el exterior.
Este concepto del espacio es concebido como ma (間). Tal y como indica el propio significado del kanji, ma hace referencia a “entre” o “en medio”. Pedro Luís Gallego describe las palabras de Arata Isozaki sobre el ma: <<los espacios no se determinan por sus dimensiones y limites, sino que surgen “en medio” y en armonía con el tiempo, mediante acciones y estados de ánimo transitorios.>> (Gallego Férnandez, 2016: 144).
El jardín japonés ha estado históricamente ligado a la arquitectura hasta tal punto que ha adquirido un carácter independiente. En el período Heian (794-1192), por ejemplo, el estilo residencial por excelencia de los edificios de la clase alta era el shinden o shinden-zukuri. Éste consistía en un edificio simétrico en forma de U y orientado al norte. El espacio céntrico estaba reservado para el jardín, era el centro del emplazamiento, el mayor atractivo. Fue en este período cuando se importó de China la idea de que los lagos simbolizaban el océano y se popularizaron entre los hogares y los jardines más pudientes.
La persona encargada de colocar los elementos en un jardín debía tener en cuenta el fuzei, concepto de difícil traducción que significa “soplo de sensibilidad”. El artista debía tener la habilidad de percibir cómo y dónde colocar las rocas y los demás elementos naturales para crear una representación del universo espiritual y simbólico. La naturaleza tiene el poder y la capacidad de representar el mundo y el artista se encargaba de interpretarla.
A medida que se avanza en el tiempo, se añaden elementos al jardín, en Heian se introdujo el agua y a mediados de Kamakura (1191-1133) se introdujo el karesansui. Se popularizó sobretodo en la época Muromachi (1192-1573) y un ejemplo de ello es el jardín del templo Ryoan-ji, Kyôto. Éste fue construido por la secta budista Hodo con el objetivo de representar la esencia ma a través de las rocas y el vacío. Se rige bajo los principios del Yugen, simplicidad elegante, y Yohaku no bi, belleza del vacío. Los jardines en esta época, incluyendo los shinden-zukuri, se simplificaron y fueron sustituidos por jardines más sencillos (shoin-zukuri) y dejaron de ser un mero elemento de contemplación a constituir un espacio por el cual se podía pasear ocasionalmente.
Los jardines fueron evolucionando y a la vez que modificaban o matizaban la simbología de los elementos, también añadieron nuevos espacios como las pequeñas casitas (chasitsu) destinadas a realizar la ceremonia del té (chaniwa) en el período Azuchi-Momoyama (1574-1599).
El agua y las rocas en el simbolismo budista significan el ying y el yang, son dos opuestos que se complementan a la perfección. En los jardines secos el agua suele ser representada con arena blanca. Los estanques tienen formas irregulares y suelen estar acompañados por cascadas a gran o pequeña escala y pequeños arroyos o canales que conecten los estanques simbolizando las montañas más famosas de Japón. El primer manual que se conserva sobre los jardines japoneses es el Sakuteiki o “La Creación de los Jardines”. Una de las reglas que se describía en el manual es el flujo del agua (de este o sudeste o desde el norte).
En el manual también se describía como realizar varios paisajes a pequeña escala como el estilo torrente de montaña, con muchas rocas y cascadas.
En los jardines tradicionales japoneses, a menudo hay islotes situados en medio de los estanques. En general, ésta representa Monte Horai, el hogar tradicional de los Ocho Inmortales. Las pequeñas islas también se decoran según el tipo de acabado que se desea, puede ser una “isla montañosa”, si se compone por rocas verticales irregulares combinadas con pinos, o una la “isla de nubes”, formada por una base de arena blanca y formas redondeadas blancas.
Las rocas volcánicas desiguales se utilizan generalmente para representar montañas, mientras que las redondas y sedimentarias se usan a menudo cerca de lagos para “acordonarlos”. Las rocas más grandes se usan junto a elementos del mismo tamaño como podrían ser las cascadas.
Así pues, el tamaño de las rocas no altera el paisaje, lo completa en significado. Por ejemplo, si hay un grupo de tres rocas, la más alta simbolizará el cielo, la mediana representará la humanidad y la más baja, la tierra. El color en cambio, sí puede alterar la vista. Las rocas no deben tener colores brillantes.
Como se explica anteriormente, el significado y la simbología avanza con el tiempo y con la popularización del budismo zen, el agua también puede ser representada por arenas blancas e incluso rocas redondas.
En cuanto a la vegetación, algunas de las plantas que decoran los jardines son elegidas por su simbolismo religioso, como el loto o el pino (representando el budismo y la longevidad respectivamente), o por su estética (el musgo se utiliza para insinuar que el jardín es antiguo). Las flores se plantan acorde a su temporada de floración de modo que hay flores en flor durante todas las épocas del año.
El crecimiento de la vegetación y la forma está controlado por una técnica llamada niwaki, se podan y se modula la forma de los árboles por motivos estéticos y funcionales (dar más sombra, etc).
Los puentes tradicionalmente significan “el camino al paraíso y la inmortalidad”. Podían construirse con piedra o madera y ser arqueados o planos. Generalmente los puentes no se pintaban, pero es común encontrar puentes de color rojo, detalle proveniente de China.
También es muy común encontrar las linternas japonesas de piedra. Originalmente se encontraban únicamente en los templos budistas, pero en el período Heian se empezaron a colocar también en los santuarios sintoístas hasta que, finalmente, se acogieron como un elemento decorativo más para representar los cinco elementos de la cosmología budista.
Anjhara Gómez Aragón (editora): Japón y Occidente. El patrimonio cultural como punto de encuentro. Sevilla, junio de 2016.
Elementos del jardín japonés, José Elías Bonells 2017.
El Jardín Japonés – Simbolismo & Principios Esteticos, Kokichi Kawana.