Evolución del papel de las mujeres desde Meiji
Todos conocemos en mayor o menor medida alguna época de Japón y los acontecimientos que la marcaron, pero, ¿en qué plano quedan las mujeres? Realmente ¿no hubo ninguna figura femenina destacada ni se promulgó ninguna ley que las afectara ni contemplara lo más mínimo? Este artículo analizará desde una perspectiva de género todas aquellas pensadoras y feministas que la historia convenientemente olvidó.
Perspectiva de género son los valores culturales que construyen a hombres y mujeres. Es una dimensión más cultural que ha trabajado la antropología y algunas ramas de la sociología, entre otras. La perspectiva de género explica las relaciones de desigualdad en la sociedad actual mientras que cuando se habla de género, hablamos de lo que son las masculinidades y las feminidades; no son por tanto sinónimos, sino complementarios.
Es importante destacar la Taiping Tianguo o la rebelión Tiaping en China (1851-1864), ya que, en un principio, el reino estableció un nuevo cuestionamiento del orden de género confuciano, también presente en Japón. El dirigente Hong Xiuquan (1814-1864) lideraba un movimiento que renegaba de los matrimonios concertados en el orden confuciano y consideraba que la única razón por las que las personas debían unirse es el amor. Este hecho está directamente influenciado por el cristianismo; se recoge esa idea de la igualdad ante los ojos de Dios, cosa que enfrenta la jerarquía social tradicional confuciana basada en los criterios de generación y edad. Gran parte de la población que sigue a la Rebelión Taiping son hakka, pueblo chino diferenciado de los han. Eran un pueblo de base agraria en el que el peso de la producción agricultora recaía sobre las mujeres, así que estas mujeres no tenían los pies vendados y estaban socialmente reconocidas. Ellas encarnaban esa voluntad que personifica la ‘rebelión del reino celestial’. A medida que la rebelión ganaba territorio, liberaban a más mujeres confucianas quitándoles las vendas de los pies. Es la primera vez que hay una toma de conciencia y una aplicación de esta. Se crea un orden de género distinto al confuciano.
El movimiento es destacable por la toma de conciencia de las mujeres campesinas, el próximo movimiento de mujeres que se produciría estaría protagonizado por las mujeres de la élite urbana.
El movimiento de mujeres se desarrolla en un contexto en el que los países de Asia del Este son conscientes de que el régimen político y el orden social son insuficientes y no permiten a las mujeres llegar a tener unas relaciones poderosas para enfrentar o defender un territorio.
En esa misma época surge un debate intelectual masculino en Japón, Corea del Sur y China sobre la familia y el lugar de las mujeres tanto en esta como en la sociedad. Reivindican la educación de la mujer para el desarrollo del nacionalismo. La agenda del nacionalismo sobre la cuestión de las mujeres concluía en que la nación confiaba en las mujeres como “transmisoras de la familia”, en otras palabras, las mujeres debían recibir educación en tanto a que ellas formarían a los futuros líderes del país.
Se prioriza el nacionalismo sobre el feminismo, los intereses de las mujeres quedan relegados a un plano secundario.
Japón es el primer de los tres países mencionados previamente en establecerse como estado moderno en 1868 (inicio de la era Meiji). En las nuevas legislaciones se abole el aborto, por lo que el nuevo Estado pasa a regular la población y este es el único que puede planificar las familias.
En el 1872 se reconoce a las concubinas y a sus hijos solamente si han sido reconocidos por el padre previamente. El padre otorga la potestad, estamos ante un estado patrilineal.
En ese mismo año se establece la educación obligatoria para hombres y mujeres, mucho antes que en otras zonas como Europa, pero como no va acompañada de gratuidad, el resultado fue una escolarización menor de niñas. La paridad llega más a delante cuando una parte de la educación se hace pública.
Tan solo ocho años más tarde se aprueba la Constitución Meiji y se les prohíbe el voto a las mujeres. Pese a que el lenguaje de la Constitución es neutral, se excluye a las mujeres.
La familia es el pilar de la sociedad Meiji y se establecen distintas instituciones para hombres y mujeres con el fin de socializarles en los “valores Meiji”; por ejemplo: el sistema militar era para los hombres, la familia para mujeres y el sistema educativo para “ambos”. En resumen, el hogar, la educación y ejército establecen los roles de género.
Los hombres se encargan del trabajo productivo y las mujeres del reproductivo, por lo que ellas “no trabajan”; y todavía cuando conseguían trabajos, relacionados siempre con su rol de cuidadoras y educadoras, se repite una constante en el tiempo: cuando se introducen mujeres a un sector profesional, dicha profesión pierde prestigio. Como ejemplo están la maestría y enfermería.
En el 1889 la Ley electoral Meiji que especifica quienes son los representantes del pueblo japonés: únicamente los barones que podían pagar sus tasas. Como dato, en las elecciones de ~1990 vota tan solo el 1’1% de la población total. Por ello en esta época se inician movimientos por los derechos del pueblo.
En 1900 se promulga una Ley que prohíbe a las mujeres a participar en la vida política, aunque previamente a esta Ley, las mujeres que participaban en política eran igualmente perseguidas.
Se crea un ministerio del hogar responsable de las organizaciones de adolescentes y filantrópicas. Tenía autoridad sobre asuntos de higiene y sobre la policía que debía excluir a las mujeres de los asuntos políticos, los debates y etc.
Pese a la prohibición de participar en la vida pública, las mujeres siguieron haciendo meetings. Se considera a Toshiko Kishida (1863-1901) la primera feminista japonesa porque fue la primera mujer que dio un discurso público político para apoyar los derechos del pueblo. Nació en el poso de una familia comerciante rica y fue llamada para dar clases a la emperatriz, aunque renunciara al trabajo años después debido a que la vida cortesana no era su ideal de vida. Participó en el movimiento de los derechos por el pueblo con su madre y poco después se pronunció públicamente a favor de las mujeres. Escribió ‘señoritas en cajas o la imperfección del matrimonio’, un artículo en el que critica las relaciones jerárquicas matrimoniales y en el 1883 fue arrestada. Fue un modelo a seguir para las feministas posteriores. En sus discursos apoya la necesidad de educar a las mujeres y critica que los hombres hablen a favor del cambio, pero tan solo cuando no perturba las relaciones y roles establecidos entre hombres y mujeres; los derechos del pueblo y derechos de las mujeres deben ser iguales. Pese a todo, en 1884 se casó con el líder del partido liberal y se retiró de la vida pública y política.
Coetánea a Toshiko Kishida, Toyoko Shimizu (1866-1933) fue periodista, novelista y defensora de los derechos de las mujeres. En 1881 publicó una obra, de la cual se especula está basada en su propia vida, que trata sobre una mujer que abandona a su marido cuando se entera de que este ya estaba casado. Trabajó en la revista Jogaku zasshi, dedicada a las mujeres. Se casó en 1982 con un intelectual y su matrimonio también supuso el fin de su vida pública.
Hay varios estudios que interpretan la posición de la mujer en la sociedad Meiji:
- Algunas estudiosas han señalado la importancia de la familia como pilar de la sociedad Meiji con el culto a la productividad en el sentido de que se interpreta que el estado Meiji reconoce el valor de las mujeres desde el punto de vista de su capacidad de organización y administración en el hogar. Su contribución al estado Meiji es, por tanto, fundamental, pero no se desarrolla en la arena pública ni política.
- Otra interpretación, por ejemplo, la ofrece la socióloga Ueno Chizuko (1948- actualmente): ella opina que el estado meiji está intentando «samuraizar» Japón, expanden el modelo de género confuciano (“sabia madre, buena esposa”) a toda la sociedad japonesa.
También hubo mujeres que se dedicaron a reivindicar sus derechos a través de asociaciones bajo influencia cristiana. Una de ellas es Kajiko Yajima (1833-1925), mujer cristiana que ocupó posiciones importantes en organizaciones cristianas que se establecieron en este periodo. Defendía el respeto a la mujer como ser humano. Organizó campañas en contra de la bebida, en pro de abolir la prostitución y del artículo que prohibía a las mujeres participar en política. Cuando se casó, no abandonó sus funciones vinculadas a la esfera pública.
El lema de “sabia madre, buena esposa” surge en la sociedad confuciana china y, en Japón, en la era Meiji con la idea de que la maternidad es fundamental para el desarrollo económico japonés. Este modelo predomina sobretodo en la posguerra japonesa y también se puede vincular a occidente y su idea de que el trabajo no reconocido (doméstico) contribuye al bien de la nación.
El modelo de feminidad en el s.XIX sigue siendo el del lema. En los años 20, la revista Seiko incluyó el debate de la maternidad como función social. Se conforma la familia nuclear, el hombre es el sostén económico y la mujer la educadora y administradora del hogar. Esta familia ideal de posguerra libera a los hombres de las responsabilidades de casa y les beneficia porque las políticas estatales y de empresa así lo premian otorgándoles ayudas económicas, por ejemplo. El estado las reconoce como amas de casa profesionales.
Las empresas salen beneficiadas, ya que tienen a sus trabajadores varones a tiempo completo y si necesitan mano de obra barata, solo tienen que contratar mujeres a tiempo parcial. En el año 55 las trabajadoras constituían un 17% y en los 80 ya había un 55% de participación femenina.
Queda, por tanto, desmentido el mito (que se arrastra hasta nuestros días) de que “las mujeres no trabajan”; trabajaban más y peor porque no se les dio nunca ni visibilidad ni igualdad de condiciones por su colaboración al desarrollo del país. Como dice Kazue Muta:
«El crecimiento económico se da también gracias al trabajo de las mujeres, pero este no va acompañado ni de igualdad ni de reconocimiento.»
En los años 60 se les aumenta el sueldo y en los 80 ya se entrevé una tendencia al matrimonio tardío y a divorcio. La emancipación económica, por poca que fuera, pudo “liberar” a una pequeña parte de la población.
En los años 90 surgen las políticas womenobics, por Kathy Matsui (1965-actualmente) para incentivar el trabajo entre la población femenina y evitar el estancamiento del país. Era, además, un recurso innovador para evitar la inmigración no deseada (todo lo que no fueran profesionales altamente cualificados).
Continuando con el s.XIX, en el 1911 cinco mujeres crean la revista feminista Seitô. Entre ellas destaca la figura de Hiratsuka Raichô (1886-1971) y la colaboradora Yosano Akiko (1878-1952). La revista se abre a través de un manifiesto y en él se expresa el objetivo de la revista: expresar la voluntad de liberación de la mujer y desligarla de las constricciones morales. Los editores accedieron a hacerlo si la ‘cuestión de las mujeres’ pasaba por el filtro cristiano. En el manifiesto se usan metáforas sobre como “la luna” debe dejar de brillar únicamente por “el sol” y se debe recuperar la autenticidad y no depender de nadie.
El planteamiento de Hiratsuka se basa en un trabajo personal para poder llegar a autodesarrollarse conscientemente y recuperar así nuestra autenticidad. Este planteamiento es propio de la filosofía idealista.
No obstante, la autoconciencia de la que habla Hiratsuka es una autoconciencia en tanto a mujeres, lo que significa que las mujeres desarrollan una autoconciencia distinta a la de los hombres y se trata de ver en qué clave lo hacen. En el caso de Hiratsuka, la idea la conforma en cuanto a las madres y esposas. Esto planteaba un problema, ya que, si la fuerza de las mujeres en la sociedad recae sobre la maternidad, ¿qué ocurre con todas aquellas que no están casadas o no tienen hijos? Hiratsuka entra en debate con Yosano Akiko (1878-1942) y Schreiner (1855- 1920), mientras que la primera defiende que ser madre es algo privativo y debe ser lo más importante, las últimas defienden la igualdad legal y las políticas de igualdad por encima de todo. La definición de la mujer según su ‘función’ en la sociedad es incorrecta, la mujer debe aspirar a ser un humano universal con igualdad legal, pues no todas las mujeres quieren, pueden ni deben ser madres para ser mujeres.
Otra pensadora destacada fue Yamakawa Kikue (1890-1980). Se enfoca en el marco socialista y marxista. Tras el ‘invierno japonés’ y el malestar social que había por las desigualdades y los altos impuestos, se crea la Sociedad de la ola roja, liderada por mujeres a pesar de la prohibición por parte del Estado. Yamakawa estaba casada con el líder del Partido comunista japonés Yamakawa Hitoshi. Ella opinaba que el capitalismo hacía esclavas a las mujeres dentro y fuera de casa y las convertía en prostitutas, así que su objetivo era instaurar el socialismo para salvarlas. Su movimiento fue brutalmente reprimido y finalmente se desintegró porque la mayoría de integrantes habían sido asesinadas o estaban en búsqueda. Yamakawa critica a Hiratsuka por su feminismo burgués y no integrativo; estaba alejado de ‘la vida real’ y era un feminismo autocomplaciente y pequeñoburgués.
Yamakawa también habla sobre la “cultura feminista” y la “cultura de mujeres”, no hace la equivalencia con el determinismo biológico, mujeres y hombres son sexualmente distintos, pero deben tener las mismas aspiraciones y objetivos. Critica que haya dos culturas (del hombre y de la mujer) y defiende su unión, ya que la cultura la desarrollan ambos; separarla es una especificidad irreal, sobretodo cuando se tiene en cuenta el aspecto materialista: él gana y ella cuida.
Yamakawa destaca que la clase dominante no es solo de hombres, también hay mujeres en posición de oprimir a otras mujeres y hombres y no se les debe excluir. Para acabar con estas estructuras de poder que oprimen a sectores de la sociedad hay que acabar con el capitalismo.
El lenguaje que empleaba remitía siempre a la lucha de clases y a la mujer a nivel global, ya que si solo se hace ‘feminismo para las privilegiadas’, el feminismo será débil y perpetuará el desigualitarismio. El aún hoy en día conocido feminismo de “madres de la nación” o “madres por la nación” es el lenguaje que usa el imperio e Hiratsuka para reforzar el sistema imperial y el colonialismo; tal y como dice Yamanaka, es un feminismo débil y que no realizará ningún cambio real.
Aparece en escena Fusae Ichikawa (1893-1981), se convirtió en la primera periodista del Periódico de Nagoya y en conjunto con Hiratsuka forman la Asociación de las nuevas mujeres y la liga para el sufragio del 1924. En el 1925 había sufragio universal masculino, pero gracias a su activismo y a los aliados políticos que consiguió, logró influenciar la legalidad del voto femenino en el 1945.
Todas las mujeres mencionadas fueron importantes e interlocutoras con el estado japonés a partir de los años 30, y es que, en el 31, Japón se apoderó de Manxuria, por lo que, al haber menos hombres, la presencia femenina se abre paso. Se expande la idea de la importancia de la maternidad y se negocian distintos aspectos con el Estado como por ejemplo la Alianza por la protección de las madres e hijos del 1934. Los hombres morían en la guerra, así que las mujeres y sus hijos necesitaban protección legal y facilidades para cuidar de sus hijos.
Destacan dos publicaciones a través de las cuales se difunden ideas y artículos de socialistas: el periódico del pueblo y Sakai. Este último fue leído por la anarco-feminista Kanno Sugako (1881- 1911) tras ser violada. Kanno reivindicaba que las mujeres deben ser autoconscientes, los bienes materiales solo las atrapa en una jaula que las deja sin conciencia; por ello Kanno lucha por todas las mujeres, porque hasta ahora todas han sido esclavas y tenido la libertad limitada. También deben desarrollar la autoindividualidad para saber qué son y qué aptitudes tienen. Su tendencia se inclinó hacia el anarquismo y atacó al eje central y causante de las creencias supersticiosas y de la explotación del pueblo: el emperador. Si se ataca al símbolo, se ataca a la enfermedad que está acabando con la sociedad. Kanno fue ejecutada tras el ‘incidente de alta traición’ del 1910 y esta fecha dio inicio al que es conocido como el ‘invierno japonés’ en el que se cortaron de raíz los movimientos socialistas hasta los años 20.
Otra figura anarquista femenina fue Noe Itô (1895-1923). A los inicios de su trayectoria estaba relacionada con Hiratsuka, pero tras dejar su trabajo de editora de la revista Seitô, lee a Emma Goldman (1869-1940) (quién critica la institución de la ‘familia’ por ser opresora y el traspaso de la mujer al mundo laboral por enmascarar como ‘emancipación’ una situación de opresión) y se opone al matrimonio por constituir una institución social, “vives para el bien de tu cónyuge”. Noe huyó de su propio matrimonio forzado abandonando a su marido a los pocos días, siguió sus ideales que suponían una exaltación del individualismo, “tenemos que vivir por nosotros mismos”.
Noe planteó una subjetividad de la autenticidad en la que la mujer no debe tolerar ninguna circunstancia de opresión, ya sea esta masculina o femenina, y, por el contrario, debe pugnar por experimentar su propia autoconciencia.
Criticó a las educadoras que perpetuaban algunos esquemas morales y sociales como el valor de la castidad y virginidad. La virginidad es un constructo social que crea la imposibilidad de desarrollarse tal y como somos, así que estos conceptos deben ser ignorados pese a que en el momento se hacían estudios científicos para probar que “si la mujer estaba con más de un hombre, las células se ensuciaban y el hijo sería producto de varias células”.
Noe aplicaba una duda radical respecto a cualquier aspecto que escondiera una falta de coherencia respecto a la individualidad.
Su pensamiento coincidía con Fumiko Kaneko (1902-1926) en cuanto a la evaluación agria del colectivo socialista y comunista, ya que opinaban que tras sus discursos de igualdad buscaban lo mismo que los nacionalistas: poder, así que les tildaban de hipócritas.