Preparaciones y acontecimientos que propiciaron la creación de la Embajada Keicho:
A inicios del s.XVII el séquito de Sebastián Vizcaíno (1547 o 1548-1627), diplomático, comerciante y destacado militar de la época, se embarca en una ruta por el mundo para integrar a los japoneses a la embajada de Vivero y Muños en México y, posteriormente, desembarcar en Japón para iniciar negociaciones con el Shogun. A la ruta se unió el fraile franciscano Luis Sotelo (1574 – 1624) para negociar asuntos religiosos con los daimyô más poderosos; ambas figuras serían decisivas en la conformación de la embajada Keicho.
Las motivaciones españolas y japonesas para llegar a acuerdos eran diferentes. Los japoneses, por su parte, tenían un interés puramente comercial y económico. La época de guerras en la que estaba sumida Japón, obligaba a los distintos daimyô a comerciar con potencias extranjeras para obtener más poder y vencer a los clanes adyacentes. Muchos daimyô llegaron a permitir la predicación de frailes cristianos a cambio de armamento o bienes materiales. Ese fue el caso del daimyô Date Masamune (1567-1636), figura crucial para la formación de la embajada Keicho de la que hablaremos más adelante.
La motivación de los españoles para negociar con Japón no era únicamente comercial y económica, España estaba perdiendo influencia sobre el pacífico y necesitaba crear nuevas y más poderosas alianzas para afianzar su estatus en el territorio. Además, tenían una misión espiritual: evangelizar el territorio.
La compañía de Vizcaíno fue recibida en Shizuoka por Tokugawa Ieyasu y discutieron el apoyo a los cristianos y la exclusión del comercio con Holanda, que rápida y fácilmente había entablado relaciones comerciales con las potencias del Pacífico, entre otros temas.
Muchos daimyô al suroeste del territorio japonés, en las islas Kyûshû, ya se habían beneficiado del comercio español y portugués, así que no es de extrañar que otros señores feudales de la isla principal quisieran gozar de las mismas ventajas.
Uno de estos daimyô que avistó una oportunidad de oro fue Date Masamune, quién en 1612 conoció al padre Luis Sotelo. Date Masamune decidió enviar una embajada que incluyera a Sotelo, consejero e intérprete; y Vizcaíno, delegado del virrey que llegaría hasta Nueva España solo. El objetivo de la embajada era contactar con el rey de España y el papa Pablo V (1550-1621) con el fin de pedirles más presencia de sacerdotes franciscanos en Japón. Aun así, las motivaciones individuales que consiguieron unir a Date y a Sotelo fueron un tanto distintas:
- Los superiores de Sotelo creían que sus verdaderas intenciones con esta expedición eran crear una nueva diócesis, que se situaría al norte de Japón (independientemente de Nagasaki) y ser nombrado obispo de ésta.
- Masamune, como ya se ha mencionado, pretendía establecer una relación de comercio con España que necesariamente pasara por sus tierras y vio en la expedición una oportunidad de contactar con el Rey de forma directa. Pese a que el cristianismo fue prohibido en la capital el mismo 1612 por el Shôgun, Date Masamune decidió continuar con sus planes y financió la ruta.
La embajada Keicho también es conocida como embajada Hasekura precisamente por el emisario que Date eligió personalmente para dirigir la misión, el samurái Hasekura Tsunenaga (1571-1622).
Figura 1. Recreación carta de Hasekura al Rey Felipe III. Archivo General de Indias, Sevilla
Figura 2. Recreación de la traducción de la carta de Hasekura al Rey Felipe III. Centro Virtual Cervantes, Thesaurus Tomo L. na1,2,3. En la firma se señala << La firma dize: Faxe-cura Rocuyemon(Hasekura). El sobrescrito dize: el Duque de Lerma hablará estas cosas a la Suprema Majestad.>> (Centro Virtual Cervantes, Alvar M., 1995)
Ruta y primeros signos de mal augurio:
La embajada zarpó de Japón a bordo de la embarcación San Juan Bautista el 28 de octubre de 1613 y el 25 de enero de 1614 los embajadores llegan a Acapulco, en Nueva España. Allí, fueron alojados en las Casas Reales y provistos de caballos y suministros por el virrey de Méjico, el marqués de Guadalcázar (1578-1630). En las siguientes etapas de la expedición, se dirigieron a
Méjico, donde les acogió otro virrey en el Palacio Real el 24 de marzo de 1614. Se realizaron varias celebraciones y tras una solemne ceremonia, se le hizo entrega al virrey de los agasajos habituales y las cartas del Shôgun Ieyasu Tokugawa, de su hijo Hideata y del líder del clan Date.
Pero las celebraciones no durarían eternamente, llegaron a oídos del virrey malas noticias pertinentes a la situación del cristianismo en Japón. El Shôgun Tokugawa había hecho oficial y extendido a todo el territorio la prohibición del cristianismo y se había iniciado la quema de iglesias y la persecución y ejecución de cristianos y de todos los que se opongan a la orden. Para evitar que esto truncara los planes de la embajada y a muestra de buena fe, decenas de japoneses que formaban parte de la misión se convirtieron al cristianismo en Méjico. Sotelo también intentó amenizar la situación asegurando al virrey que el clan Date no permitiría que sus feligreses fueran perseguidos y ejecutados en su territorio. Pese al esfuerzo de Sotelo por mantener el apoyo de las autoridades de Méjico y la voluntad de los japoneses que se convirtieron, la comitiva acabó siendo marginada y la misión, condenada al fracaso. Habían perdido toda la autoridad que tenían para entablar conversación con la corona y el Papa de Roma.
Llegada a la Península Ibérica:
Con todo, la embajada prosiguió su viaje y zarpó hacia su destino final: España. Muchos japoneses se retiraron y regresaron a su tierra natal y los demás llegaron a Sanlúcar de Barrameda, Cádiz, tras casi dos meses de travesía a bordo del buque San Jusephe el día 5 de octubre de 1614.
De Sanlúcar siguieron el Guadalquivir hasta llegar a Coria del Río, Sevilla, donde se hospedarían varias semanas hasta llegar finalmente a Sevilla. En la capital fueron recibidos por las autoridades eclesiásticas y el alcalde, el conde de Salvatierra (1570-1618). Sevilla era la ciudad natal del padre de Sotelo y tenía varias conexiones y familiares directos formando parte del gobierno local, así que la embajada recibió un trato especial y fueron alojados en el Palacio del Alcázar a expensas del erario municipal. El Palacio del Alcázar era el lugar de hospedaje de visitantes de muy alto rango como la familia real.
El recibimiento en Sevilla fue de los más sonados y celebrados de toda la ruta, aunque la figura de Sotelo prácticamente eclipsó a los japoneses, ya que se le presentaba en los panfletos como “la figura más importante del cristianismo en Japón”.
El 27 de octubre en una de las celebraciones, Hasekura Tsunenaga entrega al Cabildo municipal dos parejas de katanas y una carta de Date Masamune escrita en Sendai el 26 de octubre de 1613 en la que pedía la colaboración del Rey y del papa para evangelizar su población y abrir una ruta comercial directa entre Japón y Sevilla.
Aunque las cartas tenían un claro propósito económico, Sotelo cuando presentó a Date Masamune mintió diciendo que era el claro sucesor de Tokugawa Ieyasu y que él mismo había sido enviado por el Shôgun, cuando, en realidad, meses antes Sotelo había sido condenado a muerte por el Shôgun y solo se salvó por la intervención de Date Masamune. También introdujo a Hasekura como un mero representante del clan Date, cuando era el dirigente, y omitió por completo el objetivo comercial de la embajada.
De Sevilla a Madrid:
Tras casi dos meses en Sevilla, la embajada parte finalmente hacia la Corte en Madrid el 25 de noviembre de 1614. Llegaron el 20 de diciembre del mismo año y hay documentadas varias paradas en Córdoba, Toledo y Getafe para visitar a las autoridades religiosas de la región.
Entretanto, las noticias sobre las verdaderas intenciones de Sotelo, mencionadas previamente, y de que el cristianismo fue terminantemente prohibido ya habían llegado a la Corte a través de cartas enviadas directamente desde Japón, Filipinas y Méjico. El Consejo de Indias informó al Rey sobre la situación en un informe el octubre de 1614; recogido en el Boletín de la Real Academia de Historia en 2008:
<< (…) V.M. tiene por acertado el ir despacio en la introducción de la embajada, sin que se falte a lo que pudiere a los japones, hasta que el tiempo muestre más las conveniencias (…) fray Luis Sotelo le había parecido persona de poco asiento (…)>>
Con estas nuevas en mente, sumadas al hecho de que la carta que la embajada traía para el Rey no era del Shôgun, si no de uno de sus señores feudales tan solo, provocaron que la Corte desestimara cualquier posibilidad de acuerdo. Una muestra de ello es el alojamiento en el que les mandaron hospedarse, el convento de San Francisco, un lugar modesto y para nada a la altura de una embajada extranjera.
La Corte se negó a aceptar los tratos comerciales con la embajada ya que las promesas del clan Date parecían imposibles de cumplir, pues el amable trato que prometía ofrecerles a los cristianos era incompatible con los decretos oficiales emitidos y los informes publicados por distintos monjes como Ishin Sūden (1569-1633), consejero de Tokugawa Ieyasu, en los que afirmaba que << Los cristianos han evangelizado a los japoneses y han profanado a los Dioses shintoístas y budistas. (…) se han opuesto al régimen político japonés, han despreciado el sintoísmo (…) Es, pues, verdad que ellos son unos herejes, enemigos de los Dioses y de Buda>> (Pastells, 1995).
El acto más significativo que se realizó fue el bautizo de Hasekura en febrero de 1615. Se realizó en presencia de la familia real y de la Corte en el Monasterio de las Descalzas Reales. El samurái Hasekura fue convertido a la fe cristiana y bautizado como Felipe Francisco Faxecura o Hasekura, según la fuente.
De camino a Roma:
La legión de Hasekura puso rumbo a Roma el día 22 de agosto y pasó por Alcalá de Henares hasta llegar a Zaragoza el día 30. Sus siguientes paradas fueron Fraga, Lérida, Igualada, Monasterio de Montserrat y finalmente, Barcelona.
En todas estas ciudades se detuvieron a realizar visitas a los templos y conventos franciscanos y fueron agasajados por las autoridades.
Tras zarpar de Barcelona hacia Roma, una tormenta les hizo desembarcar en Saint Tropez, donde permaneció unos días. En ese momento la expedición contaba con 21 japoneses.
El 17 de octubre llegaron a la ciudad de Génova y al día siguiente a Civitavecchia. No pisaron Roma hasta el 29 de octubre. Días más tarde se celebró su llegada y se realizó una audiencia pública en la que serían finalmente recibidos por el Papa de Roma.
Pese a su larga y entroncada travesía, el Papa no les dio respuesta alguna a sus peticiones, se limitaron a mostrarse cordiales con los visitantes. Un acto destacado de la estancia en Roma fue el bautizo del secretario de Hasekura y la confirmación del propio el 15 de noviembre y el 25 de diciembre, respectivamente.
Su travesía por Europa llegó a su fin el 7 de enero de 1616, ese día partieron de Roma de regreso a Japón y se detuvieron en España hasta el 4 de julio de 1617, cuando finalmente todos los componentes de la legación que quedaban en Sevilla pusieron rumbo a su tierra natal.
Figura 3. Armadura s. XVII de la embajada. Museo Provincial Álava
Ilustración 4. . Carta de Tokugawa Ieyasu al Duque de Lerma parte I. Archivo General de Indias
Ilustración 5. Carta de Tokugawa Ieyasu al Duque de Lerma parte II. Archivo General de Indias
Fuentes:
Boletín de la Real Academia de la Historia. Tomo CCV, Número 1, Madrid. 2008. Disponible en cervantesvirtual/hemeroteca boletín real academia de historia
Pastells, Pablo. Catálogo de los documentos relativos a las Islas Filipinas existentes en el Archivo de Indias de Sevilla. Barcelona: Compañía General de Tabacos de Filipinas, 1925.
https://cvc.cervantes.es/lengua/thesaurus/pdf/50/TH_50_123_534_0.pdf