En Japón, la necesidad de construir castillos surgió en el siglo XV. Después de que la autoridad del gobierno central se debilitara, Japón cayó en una caótica era de guerra civil, el período Sengoku. En esa época, el país estaba formado por docenas de pequeños estados independientes que luchaban entre sí, y se construyeron muchos castillos alrededor de todo el territorio. Normalmente se construían en la cima de alguna montaña (yamashiro), pero también se construyeron castillos en algunas llanuras, así como colinas de baja altura.
Un castillo japonés se divide en distintas fortificaciones o anillos de murallas llamados maru. El castillo común consistía en el honmaru, la ciudadela principal, y luego el ninomaru (lit. segundo círculo) y opcionalmente el sannomaru y otras secciones circundantes. La torre y el edificio principal del castillo, el tenshukaku, se encontraba dentro del honmaru, y más allá de tener una función estrictamente militar, era un símbolo de poder y autoridad. El tenshukaku era un gran edificio de tres o más pisos de altura, y pretendía ser el primer edificio del castillo que saltara a la vista. Los señores feudales solían vivir en residencias separadas dentro del honmaru o el ninomaru.
Los patios se denominaban kuruwa, y la topografía del lugar influenciaba su disposición. Los distintos maru y kuruwa estaban separados entre sí por fosos, diques, pequeños muros de yeso (dobei) y murallas de piedra (ishigaki). Las bases, que también se construían en piedra y constituían los fundamentos del castillo, podían llegar a los cuarenta metros de altura, y se adaptaban a la distribución de los maru y kuruwa.
Los portones, elementos típicos de la arquitectura japonesa, se denominaban mon y se clasificaban en función a su estilo o al lugar al que daban entrada. Los yaguramon, por ejemplo, contaban con una yagura en la cima, una especie de torre para almacenar flechas, aunque el nombre se usa para designar cualquier tipo de torre.
A diferencia de Europa, la piedra solo se usaba en los fundamentos del castillo, mientras que en el resto del edificio se usaba la madera. En Japón nunca llegó a desarrollarse del todo la artillería, por lo que los castillos mantuvieron su relevancia durante mucho tiempo. Tras el fin de la época feudal en 1868, muchos castillos fueron destruidos por ser reliquias del pasado o se perdieron en la Segunda Guerra Mundial, y desafortunadamente, hoy en día sólo sobreviven una docena de castillos cuyo tenshukaku date de la época feudal.