La figura del samurái siempre ha estado estrechamente ligada al concepto bushido 武士道 o el “camino del guerrero”. El bushido es el código ético que regía la vida de los samuráis, dictaba cómo debían comportarse y qué actitudes debían adoptar. Era una forma de vida que seguirían a partir de la introducción del budismo zen (禅) a finales del periodo Heian en el s. XII, poco después de que surgiera el término samurái.
Las 7 virtudes del bushido que debe dominar todo samurái son:
義 (Gi) Rectitud. Ésta es soberana y el deber de un samurái es distinguir lo correcto de lo incorrecto; el término medio no existe.
勇 (Yuu) Coraje. Necesario para afrontar los problemas que puedan aparecer. Deben tener valor heroico y desterrar el miedo de sus corazones para remplazarlos por el respeto y la precaución.
仁 (Jin) Benevolencia. Se adquiere tras entrenar la mente y el cuerpo durante un largo periodo de tiempo.
礼(Rei) Respeto. Incluso con sus contrincantes. Sin respeto, la línea entre ser humano o animal se desdibuja.
誠 (Makoto) Honestidad. Se debe ser sincero en todo momento y no incumplir promesas. 名誉 (Meiyo) Honor. Somos nuestro propio juez. Nuestras acciones representarán quiénes somos.
忠 (Chuu) Lealtad. Una vez jurada es irreversible.
Si estos principios se incumplían, el deber del samurái era quitarse la vida a través del ritual suicida harakiri (腹切り). La rigidez e intransigencia con la que se aplicaba el código y el castigo que se impartía, asombraron y sedujeron a la sociedad europea a partes iguales llegando a simplificar e idealizar el verdadero significado de ser un samurái.
Aunque la figura del samurái tradicional desapareció en el s. XIX, el bushido que con tanto esmero seguían, aún es visible en algunos aspectos de la sociedad japonesa actual. Ser un samurái no implicaba solamente servir con honor y lealtad hasta la muerte, como erróneamente se cree a menudo en Occidente. El camino del samurái implicaba dominar muchas otras disciplinas además de las artes mariales.
Esto se debe a la presencia de las distintas corrientes budistas que se introdujeron a finales de la era Heian, de entre las cuales destaca el budismo zen. Éste se acabaría convirtiendo en la base de gran parte de la cultura japonesa y, por tanto, de los samuráis.
El budismo zen abogaba por un control absoluto de la mente consciente a través de la meditación y de la práctica de la expresión plástica y poética. El lenguaje poético, la pintura y la caligrafía, entre otros, eran modalidades que se debían dominar. No es extraño pues, que los samuráis recogieran esta sabiduría y la incluyeran en su bushido.
Los samuráis eran más que fieles sirvientes, muchos de ellos también eran artistas. Dependiendo de la época histórica en la que viviesen y de la posición económica que ostentaran, los samuráis eran instruidos en caligrafía, composición de poemas breves o haikus (俳句) y practicaban la ceremonia del té. Disciplinas que aún están presentes en la sociedad actual japonesa.
Si bien es cierto que ejecutar el ritual de la ceremonia del té, por ejemplo, no te hace samurái, sí te acerca a los valores que perseguían y al estilo de vida que llevaban. El bushido es un conjunto de virtudes que no solo se adquirían luchando en el frente. La paciencia, la perfección, la perseverancia, etc. eran cualidades que requerían de otras disciplinas para perfeccionar el camino del samurái.
Muchos/as maestros y maestras actuales de artes como la caligrafía o la realización de la ceremonia del té, llegan a dominar alguna virtud de las que componían el código de los samuráis antiguamente; por lo que, aunque ya no existan, su esencia aún perdura en la sociedad japonesa actual.